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Camino Estrecho
A La Verdad
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Febrero 01 de 2020
Abuso Sexual - Daniel 13
Mateo
8:5-13 5 Entrando
Jesús en Capernaum, vino a él un centurión, rogándole, 6 y diciendo:
Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, gravemente
atormentado. 7 Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. 8 Respondió
el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente
di la palabra, y mi criado sanará. 9 Porque también yo soy hombre bajo
autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al
otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 10 Al oírlo Jesús, se
maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel
he hallado tanta fe. 11 Y os digo que vendrán muchos del oriente y del
occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos;
12 más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será
el lloro y el crujir de dientes. 13 Entonces Jesús dijo al centurión: Vé, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella
misma hora.
Eclesiastés
5:6 No dejes que
tu boca te haga pecar, ni delante del ángel digas que fue por ignorancia
(H7684). ¿Por qué hacer que Dios se enoje a causa de tus palabras
y destruya la obra de tus manos?
IGNORANCIA – ERROR (H7684)
Números
Strong’s H7684
שְׁגָגָה
shegagá
de
H7683; falta o transgresión inadvertida:- accidente, error, ignorancia, sin
intención, yerro.
DESCARRIARSE – ANDAR (H7683)
Números
Strong’s H7683
שָׁגַג
shagág
raíz
primaria; descarriarse, i.e. (figurativamente) pecar (con más o menos
apología): - andar, descarriar, pecar.
La Historia De Susana
Daniel
13:1-65 1-4
En Babilonia vivía un hombre muy rico llamado Joaquín. Tenía un gran jardín
junto a su casa, y como era muy respetado, todos los judíos iban con frecuencia
a visitarlo.
Joaquín
se había casado con Susana, una mujer muy hermosa que era hija de un hombre
llamado Hilquías. Tanto Hilquías como su esposa eran personas muy honestas, y
habían educado a Susana de acuerdo con las enseñanzas que Dios le había dado a
Moisés, por eso ella obedecía a Dios en todo.
5 Aquel año, el pueblo había
elegido a dos ancianos para que fueran jueces. Pero los dos eran de esas
personas que Dios había descrito con estas palabras: «En Babilonia los jueces
dicen ser los guías del pueblo, pero ellos mismos son el origen de la maldad».
6 Esos dos jueces estaban todo el
tiempo en casa de Joaquín, y la gente que tenía problemas legales, iba a ellos
para resolverlos.
Los dos jueces malvados
7-12 Al mediodía, cuando la gente se
marchaba, Susana acostumbraba salir con su esposo a pasear por el jardín. Los
dos jueces la observaban con mucha atención, pues habían dejado de seguir los
mandamientos de Dios, y se habían llenado de malos pensamientos. Ambos hombres
querían tener relaciones sexuales con Susana, pero no lo decían por vergüenza,
así que ninguno de los dos sabía lo que el otro estaba pensando. 12 Cada día,
los dos jueces esperaban con ansias el momento de verla.
13 Un día, se dijeron: «Ya es hora
de ir a comer». Y cada uno se fue por su lado. 14 Sin embargo, los dos
regresaron al mismo lugar, y tuvieron que admitir que ambos deseaban tener
relaciones con Susana. Entonces se pusieron de acuerdo para sorprenderla sola
en algún momento.
15 Cierto día se les presentó la
oportunidad. Susana salió como de costumbre al jardín, pero esta vez,
acompañada de dos sirvientas. Como hacía mucho calor, quiso bañarse, 16-18
y les dijo a sus sirvientas: «Tráiganme cremas y perfumes, porque voy a
bañarme, y cierren bien las puertas del jardín».
Las
sirvientas cerraron las puertas y fueron a buscar lo que Susana les había
pedido, pero no vieron a los dos jueces. Ellos estaban escondidos, espiando a
Susana.
19 En cuanto las sirvientas se
fueron, los dos jueces salieron corriendo a donde estaba Susana, 20 y le
dijeron:
—Deseamos
tener relaciones sexuales contigo. Ven, acuéstate con nosotros. Las puertas del
jardín están cerradas y nadie nos ve. 21 Si no aceptas, diremos que estabas
teniendo relaciones con un joven, y que por eso mandaste fuera a tus
sirvientas.
22 Susana se angustió mucho, y dijo:
—¡No
tengo escapatoria! Si hago lo que ustedes me piden, el pueblo me condenará a
muerte; y si no lo hago, ustedes me acusarán. 23 Pero antes que ofender a Dios,
prefiero que ustedes me acusen.
24 Susana empezó a gritar con
fuerzas, y también los dos jueces gritaron. 25 Uno de ellos corrió a
abrir las puertas del jardín.
26 Cuando la gente de la casa
escuchó los gritos, entró por la puerta lateral del jardín para ver qué pasaba.
27 Entonces los jueces empezaron a contar su versión de lo sucedido, y todos
los sirvientes de la casa se sintieron muy avergonzados, pues nunca se había
dicho algo así de Susana.
Los jueces acusan a Susana
28 Al día siguiente, todo el pueblo
se reunió en la casa de Joaquín, el esposo de Susana. También llegaron los dos
jueces, con el deseo de que condenaran a Susana a muerte, 29 y ordenaron que la
trajeran.
30 Ella llegó acompañada de todos
sus familiares. 31-32 Como ella iba cubierta con un velo, los malvados jueces
le ordenaron que se lo quitara, para poder disfrutar de su belleza, pues ella
era muy delicada y hermosa.
33 Pero al verla, todos sus
familiares y los que estaban allí se pusieron a llorar.
34 Los dos jueces se pusieron de
pie, y en medio de toda la gente, pusieron sus manos sobre la cabeza de Susana.
35 Como ella confiaba en Dios, aunque estaba llorando, miraba hacia el cielo.
36 Entonces los dos jueces la
acusaron de esta manera:
«Nosotros
dos estábamos solos, paseando por el jardín, cuando vimos a esta mujer llegar
con dos sirvientas. Les ordenó que cerraran las puertas del jardín y que se
fueran. 37 Luego salió un joven, que estaba escondido, y ella tuvo relaciones
sexuales con él.
38-41 »Nosotros estábamos en una orilla
del jardín, y al ver lo que hacían, corrimos hacia donde estaban. 39 Los
sorprendimos abrazados, pero no pudimos atrapar al joven porque era más fuerte
que nosotros, y se pudo escapar. 40 Pero a ésta sí la agarramos, y aunque le
preguntamos quién era ese joven, 41 no quiso decirlo. Nosotros somos testigos
de todo esto».
Y como
ellos eran líderes del pueblo y además jueces, toda la gente les creyó, y
condenaron a Susana a muerte.
Daniel salva a Susana
42-43 Entonces Susana gritó con todas
sus fuerzas:
«¡Dios
mío, tú vives para siempre;
tú
conoces todos los secretos,
y
sabes todo lo que va a suceder!
43 ¡Tú
sabes que estos hombres
me han
acusado con mentiras!
¡Ayúdame,
pues voy a morir!
Estos
malvados me acusan falsamente.
¡Yo
soy inocente!»
44 Y Dios escuchó su oración.
45 Mientras la llevaban al lugar
donde la iban a matar, Dios hizo que su espíritu santo actuara en un joven
llamado Daniel, 46 el cual gritó con mucha fuerza:
—¡Yo
no me hago responsable de la muerte de esta mujer!
47 Toda la gente se volteó a verlo,
y le preguntaron:
—¿Qué
quieres decir?
48 Entonces Daniel, se puso en medio
de todos, y les dijo:
—¡Israelitas!
¿Están locos? ¿Cómo es posible que condenen a una mujer de nuestro pueblo sin
investigar bien lo que pasó? 49 ¡Regresen a la sala del juicio, porque a esta
mujer la han acusado falsamente!
50 Entonces todo el pueblo regresó
al tribunal, y los otros jueces le dijeron a Daniel:
—Dios
mismo te ha nombrado juez, así que ven, siéntate entre nosotros y dinos qué
sucede.
51 Daniel les pidió que separaran a
los dos jueces malvados, para hacerle una pregunta a uno sin que el otro
escuchara la respuesta. 52 Y así lo hicieron. Entonces Daniel le preguntó a uno
de ellos:
—Lo
que tienes de viejo lo tienes de malvado, pero ahora vas a pagar todas tus
maldades. 53 Dios ha ordenado que no se debe matar al justo ni al inocente,
pero tú has condenado a muerte a mucha gente inocente.
54 »Ahora pues, ya que dices que tú
viste pecar a Susana, dinos, ¿debajo de qué árbol estaban abrazados?
Y el
juez malvado contestó:
—Debajo
de un árbol de castañas.
55 Daniel le dijo:
—Por
mentiroso vas a ser castigado; el ángel de Dios te partirá en dos.
56 Luego Daniel dio la orden de que
se llevaran a ese juez y trajeran al otro. Al llegar le dijo:
—¡Tú
ni siquiera eres judío, eres un cananeo! La belleza de las mujeres te tendió
una trampa, y tus malos deseos te llenaron de malos pensamientos.
57 »Ustedes dos siempre han hecho lo
mismo con las mujeres judías; las amenazan, y ellas, por miedo, han tenido
relaciones sexuales con ustedes. Pero esta mujer judía no aceptó participar de
su maldad.
58 »Ahora dime, ¿debajo de qué árbol
encontraron abrazados a Susana y al joven?
—Debajo
de un árbol de encina, —respondió el juez.
59 Y Daniel le dijo:
—Por
mentiroso vas a ser castigado; el ángel de Dios dejará caer su espada encima de
ti, y te partirá por la mitad. Así morirán ustedes dos.
60 Todos los presentes se pusieron a
dar fuertes gritos, y bendijeron a Dios, pues él salva a quienes confían en él.
61-63 Y como Daniel había logrado que
ambos jueces se condenaran a sí mismos por sus propias palabras, la gente se
puso en contra de ellos, y les impusieron el mismo castigo que ellos habían
preparado para Susana. 62 De acuerdo con la ley de Moisés, los condenaron a
muerte.
Ese
día, se salvó de la muerte a una mujer inocente. 63 Susana no había hecho nada
vergonzoso, y todos sus parientes le dieron gracias a Dios.
64 A partir de ese día, Daniel fue
muy respetado por todo el pueblo.
65 después que Astiages murió,
Ciro de Persia recibió el reino.
Straitway Truth
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(Camino Estrecho a
La Verdad)
Febrero 02 de 2020
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